jueves, 26 de abril de 2018

El Club de los 27. Situación laboral

Hace unos días cumplí 27 años. Siento que cada vez mi percepción del paso del tiempo se acelera cada vez más. Cómo ya es costumbre, quiero hacer balance de este último año. Para ello, quiero reflexionar en los siguientes días sobre mi situación personal, social y laboral. Empecemos.


Creo que es más fácil empezar a hablar de mi situación laboral. Recuerdo hace unos años cuando el día de mi cumpleaños era un cruel recordatorio de que el tiempo pasaba y yo era un simple espectador que se iba quedando cada vez más atrás en la carrera de la vida. Todo por no moverme de mi sitio. Es curioso el círculo vicioso en el que entré sin remedio. Me asustaba salir de mi diminuta zona de confort. Me asustaba sobremanera empezar proyectos nuevos, pensar en el futuro y decidir un camino a seguir en la vida. Pero sabía que debía hacerlo, así que no quería quedarme en esa zona. Pero cuando pensaba en dar un paso adelante, mi cabeza inventaba mil excusas que creía motivos para no hacer nada. Y así fueron pasando los días, meses, años...

Hace un año estaba en 1º de Diseño Gráfico, un mundo que había descubierto por purísima casualidad y que, sorprendentemente, me encantaba. Recuerdo cuando entré en el curso que pensaba sacarme esos estudios para tener al menos un título en mis estudios. A estas alturas ya no me importaban demasiado las notas y los títulos. Sólo quería aprender. Me fui dando cuenta de una de esas cosas que las que sólo te das cuenta cuando lo experimentas, por mucho que te las repitan. De nada sirve aprenderse un temario de memoria si no lo entiendes, de nada vale sacar un 10 en un examen, ni ser el ojito derecho del profe para sacar las mejores notas. Lo que importa es la actitud, las ganas de aprender y echarle morro a la vida.

Así ha ido pasando el año. Llegó el verano, 2º curso y cuando menos lo esperaba ¡pum! Las prácticas en empresa. Otro golpe de suerte. Recuerdo que intenté buscar algún estudio de diseño cerca de casa, pero no salió nada. También es cierto que no hice grandes esfuerzos por buscar empresas para mis prácticas. Así que fueron los profesores los encargados de buscar y asignar mi lugar de prácticas. ETINORT. Una empresa dedicada a la producción de etiquetas autoadhesivas para gran parte de España y zonas extranjeras cercanas. Iba a ser preimpresor. En esta empresa debía olvidarme en gran parte del diseño y la creatividad y centrarme en aspectos más técnicos de la profesión. Vaya rollo. Eso pensaba al principio, pero no. Otra sorpresa. Otra oportunidad que me daba la vida para descubrir algo que no conocía. Apenas pasó una semana y ya me encantaba, y me encanta lo que hago. Preparar los montajes de las etiquetas, sacar los fotolitos, preparar los clichés... ¡Y tengo mi propio despacho! Aun me queda un mes de prácticas, aunque, siendo prácticos, apenas son 15 días laborables, pero estoy deseando de terminar mis prácticas y que me contraten. Sería un paso más para irme de casa.

Además de esto, sigo con el proyecto de sacar un libro editado con mis propias ilustraciones. Proyecto que tira para adelante a empujones, y todo gracias a mi vagancia y las excusas que se sigue inventando mi puta cabeza. Tengo de plazo un año. Sé que parece mucho, pero, créeme, no es nada. Cuando menos me lo espere, estaré releyendo esto. Por eso te envío un mensaje desde el 2018 a ti, Alberto del futuro:

ESPERO QUE HAYAS TERMINADO EL PROYECTO DEL LIBRO DE HELENA. Ya no digo siquiera publicarlo, eso ya poco depende de ti. Lo que digo es que espero que hayas hecho todo lo que esté en tu mano para que el libro vea la luz. Y si no es así, RETOMA EL PROYECTO.


Como resumen final de mi situación laboral, ya sea profesional o personal, siento que he comenzado una nueva etapa en la vida. Más centrada, más seria, más adulta, llámalo como quieras. Gracias a estas nuevas experiencias miro al futuro y aún no sé qué va a ocurrir ni siquiera mañana, pero veo una luz al final del túnel. Incluso hay luz dentro del túnel, ¡qué cojones!

domingo, 18 de marzo de 2018

Chica de mis sueños

Éste ha sido uno de los mejores fines de semana que recuerdo. Cómo ya he dicho antes, con qué ilusión se hace el camino de ida, esperando reencontrarse con sentimientos del pasado y con experiencias nuevas. Y qué duro y melancólico se hace el camino de vuelta, recordando y dejando atrás todo lo vivido.

La idea principal de este viaje era cerrar temas en referencia al libro. El Puto Libro de Helena. Y que no suene mal, lo digo con todo el cariño y una cierta sonrisa burlona. Aun con esa idea principal, hemos disfrutado mucho el uno del otro, hasta tal punto de ver cosas que, posiblemente, quedaron atrás hace tiempo.

El viaje de vuelta ha sido especialmente duro. No por ese beso que no quisiste darme, sino por la impotencia que parece, me persigue toda mi vida. Cómo sabes, tengo dentro mucho amor que dar. Estoy deseando tener a alguien con quien compartirlo todo. Sin mentiras, sin secretos... sin miedo. Creo que he encontrado a ese tipo de persona unas tres o cuatro veces en mi vida. pero ellas no me encuentran a mí. En algunos casos el sentimiento no es mutuo y en otros, estamos tan distantes el uno del otro, que se hace imposible una relación sana. Como he dicho (y diré) muchas veces, yo necesito contacto físico y visual. No puedo tener una relación (y no me refiero sólo al hecho de tener pareja) con nadie si no la veo en persona, si no le toco, si no le abrazo.

Quiero pensar que hay alguien en el mundo diseñado especialmente para mí. Recuerdo como hace un año y medio, más o menos, una muy buena amiga mía me pregunto cómo era posible que yo estuviera soltero. Eso mismo me pregunto todos los días. Creo que, o bien no me muestro tal y como soy, o bien las personas que me gustaría que se dieran cuenta, no lo hacen. Creo firmemente que soy un chico fantástico para estar en pareja con alguien. Como he dicho en anteriores ocasiones, yo cuando me enamoro de alguien me vuelvo tonto. Me encanta todo lo hace esa persona. y removería cielo y tierra con tal de hacerla feliz. Además no soy nada celoso y posesivo. me encanta que cada uno sea libre, pero complementario. Creo que es un concepto bastante simple, pero que me está costando una vida entera conocer a alguien así. Y como digo, cuando creo que la conozco, la relación es imposible.

No me contaste mucho acerca de esa "relación complicada" en la que estás enfrascada, pero espero de verdad que seas feliz. Que te haga feliz. Que te haga libre. Igual que hace unos años en el festival, en este fin de semana creo que nos hemos abierto el alma el uno al otro. Aunque creo, que cada vez hace menos falta. Es curioso lo lejos que estamos y lo bien que nos conocemos y comprendemos al otro.

Por último, tengo que decir que creo firmemente que, de haber vivido más cerca el uno del otro, la historia se habría escrito de una forma muy diferente. Eres una mujer de las que ya no quedan. Preciosa por dentro y por fuera. Que nadie te diga y haga creer lo contrario. Que no te mientan.

Y a ti, chica de mis sueños, estés donde estés, hace tiempo que te espero. Ven.

viernes, 20 de octubre de 2017

Dudas y más dudas

Normalmente suelo tener el tema del que quiero hablar bastante claro. Y más o menos sé como estructurarlo. Normalmente, le doy a añadir entrada, coloco el título y empiezo a escribir el cuerpo del texto.

Esta vez no es así.

Esta vez estoy tan confuso, hay tantos y tan diferentes sentimientos en mi interior que no sólo no sé por donde empezar a soltar esto, sino que no sé qué nombre ponerle. Confío en que, como de costumbre, al empezar a escribir, las palabras broten solas.

La razón por la que escribo esto principalmente es ordenar mis sentimientos y ser todo lo brutalmente sincero que puedo llegar a ser, incluso conmigo mismo (lo que, a veces, es lo más difícil). Creo que lo mejor es empezar por el principio para ponernos en antecedentes.

Te conocí hará 3 meses. Hacía mucho tiempo ya me habían hablado de ti. Y por lo que sé, también sabías de mí por las mismas personas. De hecho, creo que tú sabías más de mí que yo de ti. Conocernos fue gracias a estos amigos en común. Me decían que eras una chica fantástica, muy divertida y que siempre creyeron que tú y yo haríamos muy buena pareja. Después de varias semanas, por fin me decidí a hablar contigo. Estuvimos hablando durante días y la primera impresión no fue nada mala, aunque a raíz de hablar sólo por whatsapp, sin vernos las caras y sin hacerlo en persona, aquello fue en decadencia hasta pensar que eras una chica bastante más sosa de lo que yo quería (aún me acuerdo cuando, semanas más tarde, te dije esto y te enfadaste un poco).

Al fin quedamos un viernes por la mañana, en persona, para desayunar. Creo que los dos sabíamos perfectamente para qué quedamos ese día. Queríamos comprobar in situ si nos gustábamos, si existía atracción por las dos partes. Y tengo que decir que aunque la impresión no fue mala y mejoró la idea que tenía de ti, no fue todo lo buena que yo quería que fuese. "No importa", pensé. "Llevo muchísimo tiempo soltero y enseguida quiero enamorarme hasta las trancas y que este amor sea correspondido. Conocerte un día y al siguiente presentarte familia y amigos. Y así, al pasar unos días, vivir juntos, casarnos y tener dos hijos (Ésto último es una exageración, pero creo que se me entiende)."

El caso, y para resumirlo todo, tiré para adelante y sea como fuere, comenzamos a salir juntos. en todo este tiempo de relación he tenido mis dudas. De si estaba contigo sólo por estar con alguien, si estaba perdiendo el tiempo o jugando contigo... Además no podía evitar compararte con otras relaciones pasadas y siempre quedabas por debajo. Pero tras estas dudas, al estar contigo una tarde juntos se me pasaba. "¿Te acuerdas las rayadas que te conté? Eran chorradas mías" decía.

No quiero que dé la impresión de que no he disfrutado estando contigo. Por supuesto que lo he hecho. Pero quiero más. Me explico.

Lo he dicho siempre en todo este tiempo. Te quiero. Mucho. Pero no estoy enamorado. Entendiéndose el estar enamorado con el estar tonto. Con estar ensimismado. Y me gustaba eso, pero creo que no soy así. Por un lado pienso que es mejor así. Nos queremos un montón, disfrutamos mucho el uno con el otro, pero ya está. Pero yo no soy asi. A mi cuando me gusta alguien, cuando me gusta de verdad, me obsesiono con esa persona. la dibujo en cada foto que veo, cada vez que suena el móvil deseo que sea ella, cada cosa que hace, por tonta que sea, me parece maravilloso. Y contigo nunca ha sucedido eso. Pero igualmente te quiero un montón! Vaya puto lío.

Este mismo martes me dijiste que, aunque me querías mucho, no notabas esa chispa que había al principio (¡hace tan solo 3 meses!). Debo decir que en ese momento yo no me esperaba nada de eso. "¡Que esto se ha acabado!" pensé. Y, sinceramente, me quedé en shock. De hecho, si no lloré era porque no me salían las lágrimas, aunque el pecho lo tenía compungido. Decidimos (decidí, más bien) darnos un tiempo, poco, para mirar dentro de cada uno y ver qué sentiamos. Yo tenía claro que iba a sufrir, que te iba a echar muchísimo de menos desde el minuto 1. Pero, sorprendentemente, no es así.

Han pasado ya 3 días desde esta noticia. Y la verdad, me siento bien (relativamente). Sinceramente, apenas me acuerdo de ti más que una o dos veces al día. No he llorado nada en absoluto. Y no lo entiendo del todo.

Por un lado me digo a mi mismo que basta de engañarme. He pasado tres meses a tu lado y no he sentido esas mariposas en el estómago. No tengo esa obsesión enamoradiza que me caracteriza. ¿Será entonces que empecé una relación contigo apresuradamente, sin apenas conocerte, sólo por estar con alguien? Quiero decir que no (hacerte daño es lo último que quiero) pero no las tengo todas conmigo.

Por otro lado pienso que tan solo han pasado 3 meses. Muy poco tiempo para conocer a una persona y mucho menos enamorarte. ¿Pero el amor no viene sólo? ¿No viene de un flechazo tal y como nos lo muestran los estudios de Hollywood? Además sólo han pasado 3 días desde la "ruptura" cuando tú y yo hemos estado mucho mas tiempo sin vernos. ¿Será que no me he dado el tiempo suficiente para echarte de menos?

Al final este tiempo que nos hemos dado me va a venir mejor a ti que a mi.

Lo único que sé es que al margen de todo, eres una persona maravillosa. Cuando te he dicho que te quiero, lo he dicho siempre de verdad. He disfrutado cada segundo contigo. Tú has alegrado algunos de mis días más tristes. Me haces feliz. Existe un amor ahí. Pero, ¿estaré confundiendo el amor de amistad con el amor de pareja? No lo sé. Debo darme más tiempo.


Me dejo muchas cosas por soltar, por escribir y por descubrir. Pero no he puesto aún ni mi cabeza ni mi corazón en orden. Y además, llego tarde a un café.

martes, 3 de mayo de 2016

Bendito ViñaRock

El ViñaRock. Qué maravilla de lugar, qué maravilla de experiencia. Ya he ido tres años y cada uno diferente. Ni mejor ni peor. Simplemente diferente. Diferentes grupos, gente diferente, sentimientos diferentes. Pero la mayor diferencia de este año has sido tú.

Suena muy peliculero, la verdad, pero cuando te vi por primera vez hará un año ya me llamaste la atención, aunque sólo hablara tres palabras contigo y te hiciera un dibujo días después. Por cierto, ¿sabes que sólo dibujo a las chicas que me gustan? No sé, es una manía que tengo. Como que me inspiran, ¿sabes?

Total, que al saber que ya no tenías pareja no dudé un instante en hablar contigo e intentar algo, aunque sólo fuese robarte un simple beso. Sólo porque me gustabas físicamente, ya que, como digo, apenas habia cruzado unas pocas frases contigo.

Comenzamos a hablar, y si bien es cierto que los dos no estábamos en nuestras mejores condiciones para mantener una conversación serena, recuerdo que enseguida me transmitiste una confianza casi absoluta y te fuiste abriendo un hueco en mi interior, poco a poco, entrando de puntillas, para no despertarme.

Cuando pasamos a un plano más físico no me esperaba para nada con lo que me encontré. Y no hablo de nada tangible, aunque sólo con el roce de tu piel me hicieras volar. Hablo de esa falta de vergüenza por parte de los dos, ese grado de confianza que muy pocas personas han sabido ganarse y que en esta ocasión vino sola. Fue esa confianza la que lo hizo tan especial. No sé como plasmar con palabras todos los sentimientos que me evocan al recordar esa noche, eso te lo dejo a ti. Contigo me siento en casa, sin presiones, sin querer impresionarte, y sin esa maldita sombra que a veces nos susurra al oido "No hagas esto, que vas a quedar en ridículo". Porque esa noche hiciste callar a esa voz y me diste libertad.

Pero claro, el festival se acaba, y cada uno tiene que volver a su casa de siempre, a su vida rutinaria de siempre. Y vives tan lejos, niña, que duele. Pero cada día me encantas más. De verdad que ojalá estuvieras más cerca.

Además, según dices, este ha sido tu último Viña, y eso significa que puede que no te vuelva a ver nunca, y eso no me lo puedo permitir. Me conozco, y sé que todo esto que he dicho ahora puede ser fruto de mi estado de euforia actual hacia ti,  y que dentro de unos días lo vea todo más objetivamente y me olvide de todo lo que siento y quiero ahora. Pero, ¿y si no es así? ¿Y si seguimos hablando día tras día y la imposibiliad de verte, tocarte y escucharte se me antoja cada vez más imposible? Eso me comería por dentro. Sé que todo son hipótesis, que puede pasar algo de esto o algo que no imaginemos. Eso sólo el tiempo lo sabe. Pero vamos a ayudar al destino a que nos junte otra vez, ¿no te parece?

No sé si llegarás nunca a leer esto. La verdad es que ahora mismo no tengo la fuerza para enseñartelo por lo que puedas pensar. Por si tú no sientes lo mismo. Pero tenía que soltarlo. Y aquí está.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

En la casilla de salida

         No sé por dónde empezar. No sé siquiera si esto que vas a leer va a tener sentido. Utilizo esto como un cubo de vómito en el que voy a volcar, o por lo menos intentarlo, todo lo que siento que tengo dentro, aún sin saber muy bien lo que es.

          El mundo es enorme, millones de km cuadrados, millones de personas, de vidas, de formas de ver las cosas. Pero siendo más prácticos, al final el mundo que existe para un individuo está formado por la gente que le rodea, la ciudad donde vive y poco más. y aún así, es un mundo enorme.
          Me está costando mucho sacar todo lo que quiero, se agolpa en mi cabeza y las ideas no se dejan salir las unas a las otras, pero me he propuesto destaponar mi mente, así que habrá que seguir.
          Soy consciente de que a mi alrededor tengo familia, tengo amigos, tengo a gente que si yo necesito un café, una charla , un tortazo o un abrazo, ellos me lo van a dar. A las tardes me tomo un café con mis amigos, los sábados salimos de fiesta todos juntos, y a veces tenemos conversaciones donde yo creo, que más que solucionar el mundo, se forja la amistad aún más, si cabe. A la familia la veo menos, sólo los domingos que mi cuerpo me lo permite, y ni eso. Muchas veces me pongo excusas que ni yo mismo me creo para no ir al vermut. ¿Por qué? Pues no sabría decir, pero lo voy a intentar. Por un lado, la noche anterior estuve de fiesta y el domingo eso se nota. Por otro tengo miedo de que me pregunten por estudios o trabajo, porque no tengo nada que contestar. No hago nada con mi vida en este momento. Pero, como ya digo, eso son sólo excusas, ya que lo único que quiere mi familia es verme, que me una a ellos, pasar un rato conmigo, y si hay cosas de las que hablar, ya lo harán en otro momento. En verdad, cuando voy, disfruto bastante. El abuelo disfruta viéndome, yo hablo con mis tios de cine, de mis dibujos, de mi grupo... Y aún así, casi nunca voy.
          Bien, pues aun sabiendo que tengo amigos y familia, en el fondo me siento sólo. Muy sólo. Y no es una llamada de atención, ni un grito de socorro.A lo que me refiero es que siento que pocos me van a entender. No porque sea un bicho raro ni nada de eso. Simplemente porque cada una de esas personas que me acompañan en la vida, ya tienen sus propios problemas para que vaya yo a molestarle con los míos.
          Siento que todos estos años he estado dormido y de repente: PAM! Ya soy un adulto.Toda la vida de niño diciendo: Yo quiero ser mayor para que nadie me diga lo que tengo que hacer, para hacer y deshacer lo que quiera, llegar a casa a la hora que yo quiera, donde yo sea el único que tome mis decisiones, tener trabajo, ganar dinero y gastármelo en lo que quiera. Y ahora que tengo 24 años, que tengo trabajo (cada 6 meses má o menos), que nadie me dice nada y en teoría soy libre., cada vez que veo a un niño pequeño pienso "Aprovechalo, aprovecha el niño que eres ahora, porque jamás se va a repetir".
          El año que viene cumplo 25 años, y qué tengo hasta ahora? Casi nada. Apenas me saqué la ESO y una prueba de acceso a GS. Despúes fui deambulando por diferentes ciclos que nunca acabé. Mi día a día se basa en despertarme, luchar por salir de la cama sabiendo que el día va a ser igual que el anterior. Mirar la tele sin prestarle atención, jugar un rato a la play, hacerme la comida, salir a la tarde a tomar un café y, depende el día, ir a dibujar, a ensayar o a casa. Cenar y quedarme en el sofá hasta altas horas de la noche tirado en el sofá con la tele encendida para que me haga compañía. O para no pensar en todo esto que estoy escribiendo aquí.
          ¿Así como pretendo conocer a alguien, como puedo conocer a una chica que me llene, que sepa que va a estar ahí para mí cuando yo lo necesite? Sé que a cada uno le llega su momento, que el amor no se busca, surge con el tiempo. Pero estoy harto de esperar. Quiero a una chica ya no sólo por el sexo (que también, pero en un segundo plano), sino para contarle mis inquietudes, para aprender de ella y ella de mi. Para que lleguen esas noches de viernes y pasarla junto a ella acurrucados en el sofá. ¿De verdad pido tanto? Pero claro, me muevo siempre por los mismos sitios, la misma gente...
          Miro a mi alrededor y veo a la gente con pareja, con trabajo, con un proyecto de futuro... y yo en el mismo lugar y exactamente igual que hace tanto tiempo que ni me acuerdo.
          Y la apatía y el no hacer nada es fantástico visto desde fuera. Son muchos los que me dicen: "Ojalá viviera como tú, levantandome cuando quiera, sin hacer nada, sin preocupaciones. Y no trabjando 8 horas todos los dias o yendo a la uni, presentar trabajos, currando en casa." Pero os digo que no es oro todo lo que reduce. Esta apatía te come, te quita las ganas de empezar otra vez. Es horrible.
          Sigo esperando ese milagro, esa ocasión única en la que mi grupo sale adelante y nos hacemos famosos, esa ocasión en la que puedo dedicarme a lo que realmente me gusta, el dibujo. Y sé que para conseguirlo hay que currar, día a día. Pero no me atrevo. No me atrevo por los miedos que me impone mi cabeza. Miedos que sé que no existen. Y siempre pienso: mañana empiezo. pero ese mañana nunca llega.
          Quiero, o más bien, necesito un cambio en mi vida, pero son tantas y tantas cosas las que quiero cambiar, que no sé ni por donde empezar y al final, no hago nada. Llevo tanto tiempo en la casilla de salida, que mientras otros ya están llegando, yo creo que sólo existe esa casilla, y que si salgo de ahí, nada bueno me va a pasar.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Carpe Diem



“Si un día me apetece emborracharme a saco, no lo pienso. Lo hago porque puedo y ya está. Carpe diem.”


Carpe diem mis cojones. No tienes ni puta idea de lo que es eso. Has cogido un concepto precioso y muy valioso y lo has moldeado mientras te lo pasabas por el arco del triunfo. Carpe Diem no es <>. Carpe Diem es todo lo contrario.

Carpe diem significa que cada segundo de tu vida es irrepetible, jamás va a ocurrir de nuevo, así que empápate de este momento. Cuando estés en un concierto no pienses en que mañana hay que comprar el pan, disfruta de ese concierto. Si te dan un tortazo siente ese dolor y aprende de él.

Claro, aprovechar las partes buenas y felices de la vida es fácil. Estás en tu salsa, no puedes estar más feliz, ¿cómo no voy a aprovecharlo? Pero vive también las malas y, sobre todo, aprende de este tipo de vivencias. Si tropiezas y caes, levántate. La próxima vez que vayas por un camino parecido atento al suelo, porque caíste la primera vez. Yo soy el resultado de todas mis decisiones.

Cada acto tiene una consecuencia. Te puedes cortar la pierna porque te apetece y porque tienes un cuchillo, pero te va a doler. Es inevitable. “Claro, es que no lo pensé. Vi que podía rajarme y ahora mira.” Pues jódete.

Con el ejemplo del cuchillo se ve fácil, porque la consecuencia es inmediata, pero a lo que me refiero es a otro tipo de ocasiones en las que no pensamos el resultado de nuestras decisiones. ¿De qué me sirve pillarme la del siglo si al mes siguiente tengo una cirrosis para irme a la tumba?
Las ocasiones en las que menos se piensa en las consecuencias últimamente siempre son del mismo tipo. “Mi novi@ no está aquí, me lio con otr@ hoy porque me apetece y ya veremos mañana”. Eres gilipollas, así de claro.

Personalmente yo pienso que si estás en una relación con alguien (llevéis el tiempo que sea, me da igual si desde ayer o si lleváis 10 años) debe haber una confianza y un respeto que no se puede romper. No es que no te puedas besarte con alguien porque tienes pareja. Es que tienes pareja porque no te hace falta nadie más que no sea esa persona. Y si no es así, tienes un problema.

“Me lio contigo, pero tengo novi@. Le quiero mucho y voy a seguir con él/ella.” Que no te siente mal, pero me rio en tu cara y te escupo en ella porque el suelo tiene más dignidad que tú. Plantéate esa relación, porque hay fugas muy gordas que si no saltas ya del barco, morirás ahogad@. Y si aún así piensas igual, no estás siendo honesta contigo, y suele ser por miedo. Pero ahí ya entramos en otro tema que ya ahondaremos en futuros escritos.

Lo que quiero decir con todo esto es que hay que ser honesto con uno mismo, no cerrar los ojos, porque cada vez que lo haces el mundo no se para contigo, sino que sigue existiendo. Mientras tú te encierras en ti y no miras alrededor hay gente que ríe, gente que llora, que se pega con su hermano, que grita, que observa en silencio, que goza en un orgasmo, que nace y que se está muriendo. Pero incluso ésta última está más viva que tú.


martes, 21 de mayo de 2013

Hoy toca soñar.

Ha pasado tiempo. Mucho tiempo. Dicen que el tiempo lo cura todo. Y en parte es verdad. Pero también depende de ti. De si te quedas quieto o aprovechas cada momento para... Para vivir. La vida no es fácil. Bueno, la vida es bastante fácil, pero siempre pueden ocurrir cosas que tú no controlas y venirse todo abajo. Pero cada derrumbamiento es una oportunidad para construir algo mejor.

Sí, esto lo escribo por ti. Hacía mucho que no sabía nada de ti. Y la verdad, no me han gustado nada las circunstancias por las que he tenido que hacerlo. Pero, aun así, esto me ha servido para darme cuenta de algo. Ya está. Me explico.

Ahora yo ya hago mi vida. No me importa demasiado qué es lo que haces, dónde estás o si sales con alguien. Ya no me duele. Pero me preocupo por ti si sé que te pasa algo grave. Y cuando hablé contigo sentí cosas. Cosas buenas. Me di cuenta de que te tengo muchisimo cariño, que es normal. Contigo he vivido casi... 5 años. Pero ya no te quiero. El amor ha pasado a cariño. Y me siento bien. Al principio fue duro volver a andar sólo. Pero me gusta. Al principio tenía miedo de perderte, de no volver a saber nada de ti. Ahora no es que me dé igual, pero no tengo miedo. Sé que es algo que puede pasar y, la verdad, no me importa demasiado. El vacio que deja el que se va siempre se rellena con otra cosa. Parece muy fácil y muy bonito. Pero, créeme, es así.

Si pudiera elegir el tipo de relación que podría tener contigo sería esta: Tal y como estamos ahora (cada uno haciendo su vida y tal), pero sabiendo el uno del otro. Tener confianza el uno en el otro. Sé que es difícil, pero no imposible. Poder quedar de vez en cuando y contarnos cosas acompañados por un café y buena música. Cómo nos va en la vida, qué cosas hacemos, con qué gente salimos y si salimos con alguien. Y así darnos cuenta de que podemos ser amigos. Muy buenos amigos. Quizá un día terminemos cada uno con su pareja, quedando los cuatro y siendo todos amigos. O quiza no.

Da igual. A fin y al cabo, hoy tocaba soñar.