jueves, 26 de abril de 2018

El Club de los 27. Situación laboral

Hace unos días cumplí 27 años. Siento que cada vez mi percepción del paso del tiempo se acelera cada vez más. Cómo ya es costumbre, quiero hacer balance de este último año. Para ello, quiero reflexionar en los siguientes días sobre mi situación personal, social y laboral. Empecemos.


Creo que es más fácil empezar a hablar de mi situación laboral. Recuerdo hace unos años cuando el día de mi cumpleaños era un cruel recordatorio de que el tiempo pasaba y yo era un simple espectador que se iba quedando cada vez más atrás en la carrera de la vida. Todo por no moverme de mi sitio. Es curioso el círculo vicioso en el que entré sin remedio. Me asustaba salir de mi diminuta zona de confort. Me asustaba sobremanera empezar proyectos nuevos, pensar en el futuro y decidir un camino a seguir en la vida. Pero sabía que debía hacerlo, así que no quería quedarme en esa zona. Pero cuando pensaba en dar un paso adelante, mi cabeza inventaba mil excusas que creía motivos para no hacer nada. Y así fueron pasando los días, meses, años...

Hace un año estaba en 1º de Diseño Gráfico, un mundo que había descubierto por purísima casualidad y que, sorprendentemente, me encantaba. Recuerdo cuando entré en el curso que pensaba sacarme esos estudios para tener al menos un título en mis estudios. A estas alturas ya no me importaban demasiado las notas y los títulos. Sólo quería aprender. Me fui dando cuenta de una de esas cosas que las que sólo te das cuenta cuando lo experimentas, por mucho que te las repitan. De nada sirve aprenderse un temario de memoria si no lo entiendes, de nada vale sacar un 10 en un examen, ni ser el ojito derecho del profe para sacar las mejores notas. Lo que importa es la actitud, las ganas de aprender y echarle morro a la vida.

Así ha ido pasando el año. Llegó el verano, 2º curso y cuando menos lo esperaba ¡pum! Las prácticas en empresa. Otro golpe de suerte. Recuerdo que intenté buscar algún estudio de diseño cerca de casa, pero no salió nada. También es cierto que no hice grandes esfuerzos por buscar empresas para mis prácticas. Así que fueron los profesores los encargados de buscar y asignar mi lugar de prácticas. ETINORT. Una empresa dedicada a la producción de etiquetas autoadhesivas para gran parte de España y zonas extranjeras cercanas. Iba a ser preimpresor. En esta empresa debía olvidarme en gran parte del diseño y la creatividad y centrarme en aspectos más técnicos de la profesión. Vaya rollo. Eso pensaba al principio, pero no. Otra sorpresa. Otra oportunidad que me daba la vida para descubrir algo que no conocía. Apenas pasó una semana y ya me encantaba, y me encanta lo que hago. Preparar los montajes de las etiquetas, sacar los fotolitos, preparar los clichés... ¡Y tengo mi propio despacho! Aun me queda un mes de prácticas, aunque, siendo prácticos, apenas son 15 días laborables, pero estoy deseando de terminar mis prácticas y que me contraten. Sería un paso más para irme de casa.

Además de esto, sigo con el proyecto de sacar un libro editado con mis propias ilustraciones. Proyecto que tira para adelante a empujones, y todo gracias a mi vagancia y las excusas que se sigue inventando mi puta cabeza. Tengo de plazo un año. Sé que parece mucho, pero, créeme, no es nada. Cuando menos me lo espere, estaré releyendo esto. Por eso te envío un mensaje desde el 2018 a ti, Alberto del futuro:

ESPERO QUE HAYAS TERMINADO EL PROYECTO DEL LIBRO DE HELENA. Ya no digo siquiera publicarlo, eso ya poco depende de ti. Lo que digo es que espero que hayas hecho todo lo que esté en tu mano para que el libro vea la luz. Y si no es así, RETOMA EL PROYECTO.


Como resumen final de mi situación laboral, ya sea profesional o personal, siento que he comenzado una nueva etapa en la vida. Más centrada, más seria, más adulta, llámalo como quieras. Gracias a estas nuevas experiencias miro al futuro y aún no sé qué va a ocurrir ni siquiera mañana, pero veo una luz al final del túnel. Incluso hay luz dentro del túnel, ¡qué cojones!